La tiroides es una pequeña glándula que se encuentra en el cuello, produce las hormonas tiroideas, las sustancias más importantes en controlar el metabolismo, es decir, la capacidad de los tejidos de utilizar la energía de los alimentos y con ello funcionar óptimamente.
Cuando esta glándula produce poca o mucha hormona puede afectar crónicamente la funcionalidad de muchos tejidos y con ello la paciente desarrolla síntomas crónicos y recurrentes que la mayoría de veces no son atribuidas a una alteración en la actividad de esta importante glándula.
Puede afectar la pubertad y el inicio de la menstruación. Ocasiona que aparezca o muy temprano o muy tarde, de modo anormal. Cuando los niveles hormonales están alterados (muy bajos o muy altos) puede aparecer flujo menstrual leve o abundante, periodos menstruales muy irregulares o la ausencia por meses de la menstruación (amenorrea).
Un porcentaje de mujeres que sufren de dolor menstrual moderado a intenso tienen como causa subyacente una alteración en la producción de estas hormonas.
Esto se da porque afecta la funcionalidad del ovario, impidiendo una ovulación normal y regular, ocasionando muchas veces que en algunos ciclos la mujer no ovule y con ello incrementar las demoras en la fertilidad.
Como impide la ovulación, el riesgo de desarrollar quistes ováricos funcionales aumenta, sobre todo si la mujer tiene poca producción de hormonas tiroideas (hipotiroidismo). Cuando el problema es importante con la actividad de esta hormona, es posible que se eleve la prolactina y con ello la paciente experimenta producción de leche sin mediar embarazo.
El embarazo como es un estado de alta demanda energética dado que un bebé y otros tejidos están creciendo, si hay un desorden de la tiroides no detectado, el riesgo de complicaciones leves y severas se incrementa. Hay mayor riesgo de pérdidas espontáneas recurrentes y de complicaciones mayores como parto pretérmino y preeclampsia.
En la mujer en menopausia, una tiroides muy activa puede empeorar la sensación de calor, el insomnio y la irritabiliad.
Aunque lo más frecuente es que la tiroides esté poco activa y en este caso tener cansancio fácil, somnolencia, intestino lento, mayor sensibilidad al frío, ánimo depresivo y resequedad de la piel con cabello quebradizo. Y esto se puede dar a cualquier edad.
Manejar óptimamente las deficiencias de la actividad de la glándula tiroidea no sólo consiste en tener un buen diagnóstico, sino tratar de equilibrar nutrición y otros co factores que favorecen su buen funcionamiento.
En el IMM sabemos que el metabolismo y su manejo adecuado es muy importante para poder lograr que nuestras pacientes tengan el mínimo de molestias en su día a día.